Una carrera contra el tiempo
cada segundo que pasaba, el pánico empezaba a invadir el ser de María. Era plenamente consciente del estrecho margen de tiempo que quedaba antes del posible regreso del director general. Rebuscando en sus recuerdos, se devanó los sesos en busca de números o fechas importantes que pudiera haber oído por casualidad. La tensión flotaba en el aire y María se debatía entre el instinto de huir y la determinación de resistir.
Descifrando el pasado
la habitación vecina, Joffrey dirigió hábilmente la conversación, sorteando con destreza la mirada penetrante del director general y las preguntas inquisitivas que amenazaban con desenmascarar la farsa. “¿Te has cruzado por casualidad con María?” Inquirió el director general, dirigiendo brevemente la mirada hacia la entrada de su despacho. Joffrey soltó una risita: “Probablemente esté absorta en otro plazo apremiante” El peso de la responsabilidad se abatió sobre él, asegurando que el director general permaneciera felizmente inconsciente de su santuario oculto, aunque sólo fuera por un rato más.