El gesto inesperado
A medida que pasaban las horas y el cansancio se apoderaba de ellos, se sintieron bruscamente atraídos por un suave susurro. Una mano arrugada les invitó a entrar en el callejón poco iluminado desde donde se encontraba. A medida que se acercaban con cuidado, el corazón de María se contrajo de ansiedad, pero cuando vio a la persona que buscaban, sintió inmediatamente consuelo.
Conversaciones reencontradas
El vagabundo contó historias de sus actividades recientes, revelando sucesos que creían que no se habían denunciado, y dijo: “Os he estado vigilando de cerca a los dos, garantizando mi seguridad y la vuestra” Como era consciente de que su misión secreta era cada día más peligrosa, había estado esperando la oportunidad ideal para reunirse.