Lo de siempre
Mary se sentó en su silla, intentando concentrarse en la pantalla del ordenador a pesar de sus zumbantes pensamientos sobre los secretos del director general. Joffrey fingía estar inmerso en su papeleo al otro lado de la habitación. Sin embargo, sus miradas esporádicas eran cualquier cosa menos casuales, y mostraban un acuerdo tácito para pasar desapercibidos hasta que pudieran hablar en privado.
Reuniones secretas
Joffrey metió hábilmente una cartita doblada bajo el teclado de Mary cuando se acercaba la hora de comer. La abrió con cuidado y leyó las palabras garabateadas, que recomendaban una tranquila cafetería a las afueras de la ciudad para una cita después del trabajo. El lugar era ideal: lo bastante alejado de la empresa como para escapar de miradas curiosas, pero lo bastante cerca como para reunirse rápidamente en caso necesario.