No hay vuelta atrás ahora.
El plan de María sería llevado a cabo en cualquier momento. Ella imaginaba la reacción de la niña. Podría gritar o exclamar. Podría llorar, o podría girarse y golpear a María en la cara. Ese último pensamiento hizo temblar a María, pero no había vuelta atrás ahora.
La gota que colmó el vaso
La chica frente a María se movió inesperadamente. Se levantó un poco más, dejando caer sus puntas de cabello sobre la taza de María. María intentó avanzar, pero era demasiado lenta. La taza se volcó, derramando una fina capa de agua por todas partes. Este fue el punto de quiebre.