La chica la ignoró.
Para asombro suyo, la chica frente a ella no hizo más que colocar los mechones delanteros de su cabello detrás de la oreja para demostrarle a María que, de hecho, no tenía nada en los oídos. Se volvió cada vez más evidente qué tipo de persona estaba tratando María: simplemente la estaba ignorando.
Una última comprobación
Maria decidió preguntarle una vez más solo para estar segura. Tal vez la niña estaba soñando despierta y estaba tan absorta en sus pensamientos que no la había visto. “¡Hola! ¿Me puedes oír?”, volvió a preguntar, pero fue ignorada. Maria estaba ahora segura de que la niña simplemente fingía no oírla.